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martes, 13 de agosto de 2013

Adiós a lo que más quería, adiós a mi neskita.

Hacia mucho tiempo que no escribía una entrada, y es que a veces la vida te hace olvidarte de todo lo que te gusta, te hace alejarte de todas tus pasiones. Esto casi siempre ocurre cuando, de nuevo la vida, te está quitando poco a poco una de tus mayores alegrías y debilidades. Eso es precisamente lo que me ha pasado a mi en estos meses, en especial después de las "vacaciones" que me cogí a inicios de junio. Una persona coge vacaciones, compra un billete de avión, se va lejos... para divertirse, desconectar, sin embargo mis vacaciones fueron amargas y aún más la vuelta de ellas.

Después de vivir 13 años maravillosos e inolvidables con mi perrita Neska, el maldito destino decidió llevársela para no devolvérmela nunca más, tuvo envidia de mi y de la felicidad que me producía estar con ella, levantarme con ella, desayunar con ella, pasear y jugar con ella... Ella era mi vida, mi pasión, mi adoración, desde que tenía 10 años vivía por y para ella, no entendía una vida sin sus ladridos y sin su cola alta moviéndose a ritmos de cariño y alegría. Sin embargo, siendo realistas, en esta vida todo tiene su inicio y su fin, nada ni nadie somos eternos y sabemos perfectamente que a todos nos llegará ese momento en el que despidamos a la vida y a la tierra y nos adentremos en esa perfecta y oscura inmortalidad de la nada. En ese momento no sentiremos nada más, ni dolor ni amor ni felicidad, pero los que se quedan aquí, los que lloran nuestra ausencia y nuestra partida, esos sí que sienten.
Ese es precisamente el momento y el sentimiento que tengo ahora, ella no volverá más y ahora ya no siente nada, pero yo me estoy ahogando en mis propias lágrimas, estoy en un profundo y oscuro túnel del que no veo su final. Todo el mundo me dice que tengo que tirar para delante, que la vida continua, que mi Neskita está ahora en mi corazón, en mi mente, en mis recuerdos... Pero no me basta, era todo demasiado perfecto para conformarme ahora con recuerdos almacenados en mi memoria.
Era la perrita más bonita, cariñosa, alegre, comprensiva... era perfecta. Y perfecta fue la historia que nos unió.
Hace 13 años, el 7 de agosto de 2000, cuando yo tenía la tierna edad de 9 años, mis padres y yo fuimos a una pequeña granja de lo más profundo de Cantabria a buscar a una cachorrita, de la cual ni siquiera sabíamos su aspecto. Nos embarcamos en una historia desconocida, sin embargo, al llegar allí lo nuestro fue amor a primera vista. De la puerta de la granja salió una pequeña y sucia bolita de pelo blanca, corriendo se dirigió directamente hacia nosotros, quienes todavía en shock la mirábamos con dulzura. Llegado el momento nos dirigimos al coche y al abrir la puerta, la Neskita se apresuró para meterse dentro, bien dentro, y en el que durante 13 años fue su "sitito". Nadie la dio permiso de subir ni de entrar, pero ella tenía bien claro que a partir de ese momento empezaba su feliz y perfecta vida junto a las tres personas que la adorarían y la adoran, y tenía que entrar corriendo. Ella fue su dueña, la que mandaba en su vida, ella decidió su principio y su fin, ella decidía cuando y como hacer las cosas y si tu lo hacías por ella, ella lo rehacía desde el principio.
Esto que cuento solo fue el feliz inicio, y es que a partir de ahí son innumerables los momentos felices que vivimos junto a ella, también los hubo tristes y peligrosos, pero creo que los que importa son los buenos.
Junto a ella jugamos, comimos, reímos, paseamos, corrimos, dimos vueltas por el monte, disfrutamos de paseos por la playa, fuimos a Portugal, Francia, Italia, montó en barcos, trenes, autocaravanas, corrió detrás de palomas, ciervos, gaviotas, urracas, mirlos, conejos, bicicletas, eligió quién tener como amigo y quién como enemigo, comió de todo, desde magdalenas, tozzetti, crostata, tostadas hasta bacalao, gambas, espaguetis, pasando por chuletones, secreto ibérico, panceta... Nunca le faltó de nada, siempre tuvo un lugar cómodo y calentito donde dormir, siempre tuvo comida, siempre tuvo cariño y afecto, gozó de vacaciones en la montaña y en el mar, de visitas a familiares y de interminables paseos. Nuestra vida tenía un eje, un centro, y ese centro eras tu, Neskita. Eras la dueña de tu vida y de las nuestras.
Ahora te has ido, y no vas a volver, pero siempre te tendré en mi mente y en mi corazón, y nunca nunca te podré olvidar. Gracias por todo lo que me dista y por la felicidad que compartimos. Fuiste mi amiga, mi bebe, mi hermana, mi gordita, mi cachorrita... fuiste mi vida.
Te echamos de menos, todos los que te quisieron (fueron muchos) ahora te lloran.
Te quiero gordi.








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